
Luisito se había pasado discutiendo toda la primera parte. Enojado. Sin disfrutar, como hacía en el potrero de Salto, y como se lo ve cada vez que desnivela como la estrella mundial que es. Su sonrisa, esa de delantero pícaro, apareció cuando se necesitaba desesperadamente. Pescando en el área, su hábitat natural, para poner el 1-0. Y con espacios, dejando sentado al arquero tras un poético pase de Palito Pereira. De la mano de Luis Suárez, y en la mejor noche colectiva de la Copa América, Uruguay le ganó 2-0 a Perú y consiguió el pasaje a la final del domingo.