
“De acuerdo a nuestro estudio, la dimensión que más influencia tiene es la percepción del pasado. Una mirada negativa de lo que ya sucedió se asocia a indicadores de salud más bajos“, manifestó el autor del estudio. Los investigadores trabajaron con 50 personas adultas, entre 20 y 70 años. Se sometió a cada participante a un cuestionario para evaluar su actitud con respecto al pasado, presente y futuro. Al mismo tiempo, se les evaluó su calidad de vida y su estado de salud física y mental.
Se observó que el mirar con pesimismo cualquier momento de la vida afectaba el bienestar general, y que los que guardaban resentimiento o recordaban los problemas con dolor, tenían menor calidad de vida y, en su mayoría, problemas de salud. Estas personas encuentran límites en el trabajo, no realizan ejercicios y tienen múltiples dificultades en los vínculos. Además, sufren dolor, cansancio, migrañas y estrés en una proporción mucho mayor.
¿Cuál es la actitud más saludable?
Aquella que te permite aprender positivamente de las experiencias pasadas, y que se enfoca en conseguir nuevos objetivos a futuro, sin estar atados al pasado.
Sin dudas, todo esto, teniendo en cuenta la experiencia de vida, y prestando atención a las emociones que aparecen.