La cadena de restaurantes uruguaya La Pasiva, extendida a varias ciudades del país (e incluso fuera de fronteras) a través del modelo de franquicias, llegará este año al epicentro gastronómico del Río de la Plata, de la mano de la empresaria argentina Tomasa Molina, que registró la marca en el país vecino y que ante nuestro llamado no quiso dar detalles de cómo había acordado el desembarco con el dueño de la marca en Uruguay.
Según nos confirmó su representante, que es uruguayo, la empresaria planea abrir, al menos, seis locales con la reconocida marca, y seguramente dará batalla a los tradicionales platos de comida rápida porteños: hamburguesas y pizzas. El primer local se abriría en marzo en la Avda. Corrientes y Callao. En Uruguay, Cervercerías La Pasiva fue fundada hace más de 40 años por Pedro Kechichian, quien logró extender el negocio franquiciando la marca, fundamentalmente entre emprendedores gallegos y armenios. Hoy, el restaurante es famoso por sus panchos (y su mostaza, cuya receta está guardada bajo siete llaves), sus chivitos y la cerveza tirada, que comercializa en sus 16 locales. Tiene un contrato de exclusividad con la marca de cerveza Pilsen, propiedad de FNC, perteneciente al grupo InBev que maneja la marca Quilmes en Argentina. Si bien todavía no abrieron, La Pasiva en Buenos Aires ya tiene dos páginas de Facebook. Una con 55 “me gusta” y otra con apenas 7. En otros mercados, La Pasiva opera en Porto Alegre, el balneario riograndense Capao da Canoa, y España (Vigo y Pontevedra).