Páginas de Momo - Yamandú Cardozo
Desde una casa aparentemente olvidada en el barrio montevideano del Buceo, aguardando por el ensayo de la murga con una parrillada previa, el “Yama” para los suyos, se permitió disfrutar más que una entrevista, porque transcurrió con la fluidez, espacios, y matices de una charla. Desde el patio de cemento, ubicado al fondo de ese cálido lugar, todo comenzó con una pregunta.
¿CÓMO SE VIVIÓ EL PROCESO CREATIVO DE “UN DIA DE JULIO”?
“Generalmente nos pasa que arrancamos con una idea inicial, y se va transformando en el camino. Lo único que conocemos es el lugar desde donde partimos, y sabemos que vamos a intentar llegar a algún lado. Muchas veces en el camino, el mapa se va haciendo con el paso, y las exploraciones te llevan a que tomes un rumbo diferente, porque el camino por el cual pensabas llegar, no funciona, está trunco, y hay que inventar otro. Eso nos ha pasado muchas veces. Pero esta vez pasó más intensamente. Nunca fuimos apegados a leer el reglamento para componer nuestro espectáculo. Armamos como podemos el amasijo que tenemos entreverado en el alma. Pero siempre, aunque no lo leas, tenés de reojo la noción y la sensación, de hecho, cada espectáculo que presentamos no se pasa de los 45 minutos, se sube con la cantidad exacta de componentes, porque convivís con las reglas básicas de un concurso. Cada vez que salimos con un espectáculo, luego en el año, soltás esa planta, la sacás de esa maceta, soltás ese bicho y lo dejás en la tierra, libre. Te vas en el invierno, y ya el reglamento no pesa, y podés meter otros bloques. Hace tiempo que funcionamos con esa mecánica, y le agarramos el gustito a moldear nuestros espectáculos hacia algún lado distinto al de las normas del concurso. Lo que nunca nos había pasado, es empezar a moldear uno sin ninguna norma. Y un Día de Julio ya traía esa intención de forzar un poquito los límites, como por ejemplo lo hizo en su momento el cuplé de “La Violencia”, o “La Niebla”, que eran cosas distintas, pero que están al borde del reglamento. Aclaro que siempre lo hicimos por necesidad, porque era lo que teníamos ganas de hacer. Resulta que en el medio nos pasó el sacudón más grande de nuestra vida, que fue habernos quedado sin carnaval. Entonces teníamos un entusiasmo muy grande con una idea que nos gustaba, en donde por primera vez habíamos tenido un punto de largada completamente distinto, y no nos lo habíamos propuesto nunca seriamente. Hasta ahora todos los espectáculos de la murga estaban aferrados a un eje temático, había una idea fuerza, y otros bloques que orbitaban. Pero nunca habíamos diagramado un espectáculo desde la estructura narrativa de un cuento, con personajes determinados, un principio, un planteo, un desarrollo, un nudo, un espacio determinado, un fin. En un momento dado, vimos que no teníamos que mirar al juez de reojo para hacer trampa, y éramos libres”.
LA LIBERTAD CREATIVA
“Cada vez que armábamos un espectáculo, pasaba que se nos ocurrían pila de ideas y decíamos “qué cagada que esto no se puede hacer”, y parece que todas nuestras protestas fueron escuchadas. Siempre esta murga ha sido auténtica, aún en el error, y ha hecho lo que quiso, porque no responde a ningún poder, si no a la necesidad colectiva de querer hacer. Esta es la Catalina más experimental. Ese sacudón del que te hablaba nos llevó a mucho análisis, y ahora estábamos frente a una gran libertad. Ya sabíamos cómo iban a ser el principio y el final del cuento, pero en el medio pasaron muchas cosas. Nos empecinamos con la idea de que había que estrenar el espectáculo en julio, y después vimos que no llegábamos, y finalmente fue en setiembre. Pudimos satisfacer las necesidades báscisas, y urgentes de la murga. En “La Comunidad” y “El Viaje”, terminé de integrar los personajes recién en abril, y era en ese momento cuando la murga funcionaba colectivamente como un personaje, el espectáculo maduraba, y demás. Es lo que tiene carnaval, como tiene sus reglas y plazos, hace que saques cosas apurando el asado, porque ya tenés una fecha. No deja de ser una maravilla, igual”. “Habíamos trabajado el humor de muchas formas siempre con Tabaré, y con Carlitos (Tanco) cuando estuvo trabajando con nosotros, con Martín (Cardozo), Rafa (Cotelo), con Coco (Rivero), y Freddy (González), también desde lo escénico. Pero solo desde la murga, tanto en lo cantado, como en la interpretación, desde los silencios, o lo hablado, dialogado, y monologado al estilo Stand Up. Pero esta vez guionamos humor audiovisual, y no solo que funciona bárbaro, si no que funciona orgánicamente. Hasta periodistas, y gente que no es humorista se plegó a jugar desde el humor, y estuvo buenísimo. Y nos permitimos crear un momento en el que tocamos un metal con una guitarra de siete cuerdas, y está Julio solamente en escena, no hay palabras, y su rol de personaje absurdo y humorístico pasa a ser dramático, llorando casi que en escena, con una música de fondo y unas imágenes. Hicimos uso de esa libertad. Los que tocan la batería tienen un kiosco, que hasta parece un súper (risas), y tocan todos los ritmos que quieren. Ver que todos tus compañeros probaron una cantidad de cosas, se arriesgaron, las disfrutaron, pero en la esencia te seguís enamorando con lo que te enamoró desde niño de la murga, está mortal. Es como la renovación de ese pacto”.
LA ESENCIA DE LA MURGA
“Es lógico que nos aferremos a una cosa porque le tenemos cariño y afecto. Hacemos murga porque nos enamoramos de alguna murga, y el contexto de esa murga de la que nos enamoramos era de tal manera. Y uno tiende a reproducir eso, y entonces ahí empiezan los miedos a que si uno se mueve un poco de eso se piensa que estás traicionando, o faltando el respeto. Pero si vamos a la esencia de la esencia, y a la historia que eso tiene consigo, la murga es un género mestizo. Viene del carnaval gaditano, pero tiene ritmos africanos, roba músicas del tango, y toma su postura, se nutre del humor gris y aparentemente resignado del Río de La Plata, en definitiva, es una mezcla de géneros. Podés meter en una murga desde Ricky Martin, Sistem Of A Down, Nirvana, Karibe con K, etc. Entonces, ¿cómo a un género cuya riqueza más grande es el mestizaje y la mezcla vamos a pedirle pureza? Si somos los trovadores de nuestro contexto, y nuestra realidad, tenemos que ajustarnos a ella para seguir siendo fieles a ese mandato como murga. Pienso que no tenemos que tenerle miedo a todas las innovaciones que la puedan potenciar o enriquecer”.
¿SE HAN COLMADO LAS EXPECTATIVAS QUE SE FUERON CREANDO EN EL GRUPO RESPECTO AL ESPECTÁCULO?
“Siempre tenemos expectativas. Primero, el miedo a la hoja en blanco, las dudas de si vas a poder armar ese Frankenstein. Y en este caso se le sumaron unas condicionantes que hicieron que esas mismas expectativas fueran dudas y misterio. Había mucho convencimiento en el sentido de que generalmente las cosas que hacemos nos gustan, nos hacen reír, nos emocionan y enamoran, y eso nos pasaba antes de presentar el espectáculo. Pero nunca habíamos no mostrado nada. Siempre habíamos ensayado con los tiempos carnavaleros, y la gente veía ese proceso, actuabas en diferentes lugares, e ibas recibiendo devoluciones por parte del público, legitimándote, moldeando tu espectáculo de acuerdo a eso, y potenciando tu confianza. Pero en este caso era un misterio compartido; la gente no sabía qué era lo que iba a ver, porque se iba a encontrar con un espectáculo con estímulos distintos, y con cosas que no se correspondían al manual de cómo se ve una murga habitualmente, y nosotros teníamos una expectativa como nunca, y nervios. Generalmente cuando mostrás tu espectáculo con una estructura más potenciadora es cuando tenés el espectáculo rodado, pero acá nuestro primer tablado era el SODRE, entonces era rarísimo, porque en el momento en donde tenés que estar más lúcido, aceitado, y sistematizado, era en la primer actuación. Se colmaron las expectativas, y se desbordaron de cumplidas. Además, está el hecho de saber que la gente le presta mucha atención a un espectáculo de dos horas que tiene mucho texto, con mucha parte cantada, con formatos no tradicionales para nosotros de cuplé, y teníamos miedo de que la información fuera mucha. Tampoco sabíamos qué podía pasar con el hecho de que cambiara el foco de protagonismo, y por momentos no fuera la murga, si no que quedara Julio solo, o un material audiovisual, etc. Nos está pasando que hay gente que queda felizmente desconcertada, y lo quiere ver de vuelta. En Argentina, el público está acostumbrado a que cuando las murgas van a cantar a La Trastienda, o el Gran Rex, no hagas solo 45 minutos, porque si no sos un chorro (risas), entonces habitualmente se hacen bases, y cantan canciones de otros años. Pero esta era la primera oportunidad en 10 años que hace que giramos seriamente en ese país, que la murga iba con un espectáculo de dos horas y quince minutos. Finalmente el cuento se cierra de tal manera, que la gente no te pide nada más. Un productor que nos llevó a Rosario hacía una comparación diciendo que era como que una banda presentara únicamente su disco nuevo. Encontrar esa aceptación tan grande en una cosa nueva que es tan distinta, indica que las expectativas están más que colmadas”.
UN PÚBLICO ESPECIAL
“El público uruguayo siempre es muy especial por ese mismo conocimiento. Hay una exigencia cariñosa. Hablábamos esto con Maxi (Porciúncula), me acuerdo, que contó que le habían comentado sobre una parte del espectáculo, algo así como: “Acá hicieron esto porque claro, se están cambiando, ¿no?”, y es entendible, porque la gente ya sabe eso. Acá la gente mientras está mirando, está decodificando lo que pasa atrás del escenario también. Si bien es un espectáculo universal, no por estrategia, si no porque cada vez estamos más convencidos a hablar sobre el bicho humano, y lo que le sucede, también hay guiños, y cosas que están puestas ahí especialmente para el disfrute del público uruguayo. Ya con el espectáculo armado, nos dimos la chance, la peleamos, y salió, de llevarlo a los barrios, y eso fue alucinante. Porque encontrar la respuesta de lo que nosotros habíamos planeado iniciáticamente, y rompiendo con las estructuras de un concurso, lo que habíamos pensado era llevarlo a los barrios. Después de un año y medio, de una reconstrucción, de levantarse, nos permitimos esto no solamente por estar parado ahí y cantar, si no por poder hacerlo al precio del tablado, porque nos tocó ir a perder plata, y llevamos el mismo espectáculo que al SODRE, y cualquier otro teatro. Lo que pasó en los barrios más populares, donde se vive una realidad económica sumergida con el bloque del espectáculo que habla sobre los créditos y la usura, estuvo mortal. Y la reacción fue tan positiva porque la persona que va a verte a un teatro no atraviesa las mismas situaciones que la vecina del barrio que va al tablado, y tiene que sacar un préstamo para poder comer. Es hermoso saber que seguimos estando cerca de lo que pasa en nuestros barrios, porque estuvimos en esos contextos, y lo vivimos con nuestras familias y amigos. Hubiese estado bueno que fuera durante carnaval, pero estuvo bueno que luego de terminado las comisiones de los tablados se siguieran moviendo, y de repente llenó más que si estuviera en carnaval, y eso posibilitó que juntaran dinero para promocionar el tablado, o apoyaran a una ONG, etc. Esto nos acercó a todo lo que extrañábamos de los barrios”.
EL CARNAVAL DESDE OTRO LUGAR
“Para adelante no estamos para concursar. No me encuentro muy estimulado hoy para revolverme el alma, y concebir un espectáculo viendo si está mejor que otros, o si brilla un poco menos. Sí veo carnaval, No me es del todo fácil verlo desde afuera, hay cosas que las disfruto menos, y otras que las disfruto muchísimo. Para empezar, los espectáculos de otros compañeros. Entiendo al carnaval como el evento social y la fiesta que es. Hacer carnaval es como jugar un partido de fútbol 5. Vos no vas a invitar a tus amigos a jugar, y te hacés goles en contra porque la pudrís, o le encajás una plancha en la nuca a uno, porque no tiene sentido, y si me voy a pelear, prefiero no ir más. Siempre hice el esfuerzo de disfrutar, y hacerlo completamente limpio es alucinante. Y estoy entendiendo las cosas maravillosas que hacen mis compañeros que salen en carnaval, que jamás se me hubieran ocurrido, y por otro lado qué suerte que no se me ocurrieron porque las pude disfrutar. Es precioso sentir la electricidad que corre por el Teatro de Verano cuando está por cantar una murga. Es divino verlo sin el stress al que la Catalina estaba sometida por salir en carnaval”.
JULIO Y SU SIGNIFICADO
“Nosotros no concebimos los espectáculos con un significado que creemos correcto o no. Algo de lo que intentamos reflejar es la idea de que hay que cambiar lo que podamos cambiar. Hay que mover las fichas sin grandilocuencias ni solemnidades, romper las cartas que tenemos, hacer otras, romperse a uno mismo, me desafío, me pateo la estantería, me busco, me señalo, me interpelo, e intento hacer lo mejor que pueda. Quisimos mostrar que no todo es exactamente blanco o negro siempre, y que también hay cosas blancas y negras. Emparentarnos con lo del ying y el yang también; una cosa que es una maravilla tiene un poco de porquería, y otra cosa que es francamente detestable puede tener un poco de brillantez. Siento que está un poco sobrevalorado el punto de vista personal. Tenemos tantas certezas con respecto a nosotros mismos, pero, ¿qué es lo que sabemos? Capaz que viene otro y nos sacude solo con su mirada. Entonces no pareció que era lindo eso; que Julio supiera todo y que tuviera una lógica ridícula que por inadaptado termina siendo la verdadera. El tipo es tan talentoso, tan genio, mega perceptivo, y no saber nada. Habla de que conoce los secretos para hacer funcionar bien al mundo, salvo que no sale, y que no lo conocen, y qué no tiene ni idea de qué hacer. El concepto de contradicción siempre está latente en este espectáculo así como el también, algo que puede ser así, también puede ser así. Además, lo que somos con respecto a lo que se espera que seamos. Son todas cosas que están tratadas. La figura del anti héroe me seduce mucho. Cuando ves la humanidad imperfecta del héroe me parece muy tierno. Julio percibió como una antena qué es en lo que anda la gente, qué es lo que se está cuestionando, qué les está estrujando el corazón o dando miedo, y armó algo con eso”.
EL PODER DE GRUPO
“Muchas cosas conservo desde esa época, muchas las descarté, y muchas las vivo cambiando. A veces te dicen “Che, no cambies nunca”, uno entiende que en realidad le quieren decir “Seguí cambiando”. Internamente sé que hay muchas cosas mías que me las dio la Catalina. Soy mejor tipo por ella. Porque vi otras cosas, porque conocí a otros artistas, porque me enojé, porque experimenté, porque me di la cabeza contra la pared, lloré muchísimo, disfruté, fui feliz, encontré un lugar, y una voz. Hay una canción hermosa que cantaba Jimena (Kornecky) de Queso Magro en el 2009, que habla de sus compañeros, y de que habla de que yo soy más fuerte con mis compañeros. Es alucinante el poder de grupo. Yo soy mejor porque este grupo pasó por mi vida, soy más tolerante, estoy más abierto, además de que laburo contesto. Si el universo tuviera la terrible mala suerte y la tragedia de caer en nuestras manos, intentaríamos hacer algo parecido que La Catalina. Laburar en colectivo, pensar en el otro en función nuestra. Hay cosas que tomé del aprender a vivir, con gente que aprende a vivir al lado mío. Y con gente con la que me peleo y me abrazo con la misma fuerza. Nos vi crecer. Cuando hicimos la gira mundial, veíamos que en una murga que había llegado a los cinco continentes, el 80% de los que viajaban eran fundadores de la murga. Habernos sobrevivido a eso, y haber notado que éramos tan diferentes pero a la vez tan parecidos, es increíble. El amor por este género, y la apuesta valiente de todos mis compañeros por seguir laburando en conjunto está igual. Hay cosas que nos han cansado, nos han dolido, nos han pesado, pero hemos crecido. La murga canta mejor, se han sumado muchos compañeros, llegamos a más gente, influimos a más gente, y compartimos muchas cosas. Era impensado cuando empezábamos que íbamos a recorrer el mundo, y lo hicimos. Vivir todas estas experiencias, y comprobar que permanece intacta la raíz de todo, me emociona mucho”.
Nicolás Oroño.
"Las Máscaras Sueltas"