Las ocho horas
Durante la Revolución industrial, la producción en grandes fábricas transformó la vida laboral, imponiendo largas jornadas y condiciones de trabajo próximas a la esclavitud. Pésimas condiciones de trabajo, sin regulación ni control alguno, deterioraban la salud y la moral de los trabajadores, incluso el uso de trabajo infantil era común. Todos éstos factores contribuyeron al surgimiento del movimiento obrero y sus reivindicaciones
Sobre 1830, finalizando la era de la Revolución Industrial, la reducción de la jornada laboral se había convertido en una demanda generalizada a nivel mundial.
En 1847, en Inglaterra, una ley concedió a mujeres y niños la jornada de diez horas, en Francia, los obreros franceces conquistaron la jornada de 12 horas después de la revolución de febrero de 1848.
En 1880 se conformó La Federación Estadounidense del Trabajo, (Federation of Organized Trades and Labor Unions), y en 1884 se aprobó una resolución para establecer que a partir del 1º de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas, yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación.
Fue entonces, un 1º de mayo de 1886, que diversas organizaciones laborales y sindicales de EE.UU. se movilizaron por sus reivindicaciones. Unos 200.000 trabajadores iniciaron la huelga, mientras que otros 200.000 lograron obtener sus reivindicaciones con la simple amenaza de paro.
En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peores que en otras ciudades del país, las movilizaciones continuaron durante los días posteriores al 1º de mayo.
El enfrentamiento
La única fábrica que trabajaba era la fábrica de maquinaria agrícola McCormick. Allí, frente a las instalaciones de la fábrica, el 2 de mayo la polícia disolvió violentamente una manifestación de más de 50.000 personas. Al día siguiente, el día 3 de mayo, se produjo un violento enfentamiento con los obreros manifestantes y la policía comenzó a disparar a quemarropa sobre la gente produciendo seis muertos y varias decenas de heridos.
Debido a éstos hechos, la proclama convocó un acto de protesta para el día siguiente, el 4 de mayo, en Haymarket Square y se obtuvo un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las 19:30 hs. Alrededor de las 21:30hs. el propio alcalde, quien estuvo presente en el acto para garantizar la seguridad de los obreros, dio por finalizado el mismo.
Fué entonces que la policía consideró que, habiendo finalizado el acto, no se debía permitir que los obreros siguieran en ese lugar y unos 180 uniformados avanzaron hacia el parque a reprimir a los manifestantes. En medio del enfrentamiento, estalló una bomba entre los policías, un artefacto explosivo que provocó la muerte de un oficial y heridas en otros tantos. La policía abrió fuego sobre la multitud, matando e hiriendo a un número desconocido de obreros, se declaró un estado de sitio y en los días siguientes se detuvo a centenares de obreros, los cuales fueron golpeados y torturados.
La condena
La prensa en general se alineó con la represión policial realizando una campaña contra los obreros anarquistas con expresiones tales como: "Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!."
Se continuó con la detención de cientos de trabajadores en calidad de sospechosos y el 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, siendo luego reducido el número a 8.
El fiscal de la causa proclamó: ‘Señores del jurado: declaren culpables a estos hombres, hay que hacer escarmiento con ellos, ahorcarlos para salvar a nuestras instituciones, a nuestra sociedad!".
El jurado dictó su veredicto especificando que siete de los imputados, Parsons, Spies, Fielden, Schwab, Fischer, Lingg y Engel, debían ser ahorcados y el octavo, Neebe, condenado a 15 años de prisión.
Antes que se procediera a la ejecución sucedió el misterioso suicidio de uno de los condenados: Louis Lingg, quien con la colilla de un cigarrillo habría prendido la mecha de un cartucho de dinamita. Los historiadores actuales afirman que Lingg fue asesinado.
Spies, Fischer, Engel y Parsons subieron al patíbulo el 11 de noviembre, y fueron ahorcados ante el periodismo, las autoridades judiciales, la policía y el público allí reunido.
El escándalo fue tan grande que a Fielden y Schwab se les conmutó la pena de muerte por la de prisión perpetua. La movilización de las fuerzas sindicalistas y la actuación de políticos como John Peter Atlgeld, hizo que el 26 de julio de 1893 se les otorgara el ‘perdón absoluto’ a Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab.
La conmemoración
Un congreso de trabajadores, denominado Congreso Obrero Socialista, resolvió realizar a partir de 1890, el 1º de mayo de cada año, una jornada internacional en la que se plantearan sus reivindicaciones laborales. Eso se ha cumplido desde entonces en casi todo el mundo.
En Montevideo, la plaza 1° de Mayo, ubicada frente al Palacio Legislativo, desde 1997 representa el lugar de concentración masiva de los trabajadores en su día, pero en numerosos puntos del país se realizan actos conmemorativos y homenajes.
La paradoja
Aún hoy, cuando en la mayor parte del mundo, los "Mártires de Chicago" son recordados el 1º de Mayo como símbolo de la clase trabajadora, ésta fecha no se celebra en Estados Unidos, en su lugar celebran, el primer lunes de setiembre, el Labor Day, habiendo sido establecida esa fecha por el presidente estadounidense Grover Cleveland, por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos.
Nota: Darío Finelli