El portavoz de la CIA, George Little, declaró que "el director pidió que la investigación examinase si la última filtración de documentos de WikiLeaks puede afectar las relaciones u operaciones extranjeras de la agencia". El estudio está dirigido por el Centro de Contrainteligencia, pero tiene a más de dos docenas de miembros en diferentes departamentos por toda la agencia. La agencia ha compartido más información en la última década, pero, según un alto cargo recién retirado, la CIA "no ha capitulado a la hora de hacer todo disponible a los externos", incluso "no está todo disponible para los trabajadores". Varios veteranos de la CIA declararon que la mayoría de los documentos se clasifican como "secretos", al igual que muchos documentos aparecidos en Wikileaks, pero la agencia siempre ha insistido en utilizar su propio sistema. Hace dos años, la agencia se negó a subir sus documentos a la red del Pentágono SIPRNET, utilizada para pasar información por todo el mundo.
El analista de inteligencia del Ejército Bradley E. Manning tenía acceso a dicha red, y actualmente está acusado de robar los documentos que fueron enviados a Wikileaks. Por seguridad, la agencia utiliza un software que manda avisos a los administradores si existe una descarga masiva de datos. Además, la mayoría de los ordenadores están capados para que no se pueda utilizar equipos remotos en ellos. Sin embargo, los expertos en seguridad de la CIA han advertido de los problemas que pueden surgir por digitalizar información en papel que puede ser distribuida en la red.