
A esas tierras pertenece la actual zona de Melilla. Su nombre se debe a Juan Delgado Melilla, un integrante del segundo contingente de canarios que llegó para poblar Montevideo. Melilla fue agraciado con un solar de doscientas varas en el reparto de tierras ejecutado por Pedro Millán y Pedro de Fuentes en 1730, y se asentó en la parte norte de la "Estancia de la Caballada del Rey". En 1769, luego de su muerte, los hijos de Melilla vendieron estas tierras a la esposa del gobernador, la Mariscala Doña María Francisca de Alzáybar. Finalmente los campos fueron heredados por su nieto, el Brigadier General Manuel Oribe, a través de su hermana Margarita.

Junto con los fraccionamientos de tierras comenzó el proceso poblacional de Melilla. Gran parte de sus primeros habitantes, provenientes de la zona aledaña de Peñarol Viejo, era de origen italiano. En el transcurso del siglo XIX se desarrollaron diferentes establecimientos cabañeros, que desempeñaron un papel fundamental en la mejora de las razas del ganado producido en el Uruguay. No obstante, a partir del último cuarto de ese siglo, esas actividades fueron sustituidas por la agricultura, incluida la viticultura, que predomina hasta la actualidad.
A pesar del paso del tiempo Melilla ha mantenido su carácter agrícola productivo. Más allá de estas actividades, se han desarrollado otras iniciativas, algunas que no han perdurado en el tiempo -caso de la floricultura- y otras que se mantienen, como la elaboración de variados productos artesanales y la instalación o adaptación de grandes locales para la realización de fiestas y otros eventos. Esto ha modificado en parte la fisonomía de la localidad, así como también la instalación de nuevos vecinos que, ajenos a la tradicional producción agrícola, han elegido Melilla como su lugar de residencia o descanso.